Marie-Alexandrine Becker-Petitjean
Marie-Alexandrine Becker-Petitjean murió en junio de 1942 en la cárcel de Vorst, en Bélgica. Eran los años de la Segunda Guerra Mundial, y los belgas estaban ocupados con otros asuntos, como para preocuparse de la muerte de esa mujer. Pero en 1938, el juicio contra Becker levantó mucha expectación.
En menos de cinco años, Becker envenenó a once personas, intentó envenenar a cinco más, falsificó un testamento y robó a cuatro de sus víctimas. Becker compró 18 botellitas del veneno digitalina en dos farmacias diferentes. Según ella para vendérsela a otra mujer que iba a revenderla en Holanda. Sin embargo, las autoridades belgas nunca pudieron encontrar a esa mujer. Durante el proceso, quedó claro que Marie no quería la digitalina para venderla, sino para envenenar a ancianos. El sistema de esta malvada asesina era siempre el mismo. Invitaba a sus victimas a algo de comer o de beber. Inmediatamente después enfermaban. Entonces Marie se ofrecía para cuidarlas. Si su víctima aceptaba, que era casi siempre, Becker aprovechaba para administrar más veneno. Debilitadas física y mentalmente por el veneno y la enfermedad, Becker las convencía para que le dieran dinero y bienes. La viuda asesina de 59 años fue condenada a muerte por el juez en Lieja. Aunque más tarde la pena fue conmutada por cadena perpetua con trabajos forzados.